Los subsidios son la clave del negocio.

El Gobierno anunció que busca llegar directamente al pasajero y no a las empresas, pero no lo hizo.
POR DIEGO CABOT


Con las tarifas congeladas en el nivel más bajo de todo el país, los subsidios que entrega la Secretaría de Transporte se convirtieron en el principal atractivo que ofrece el negocio del transporte urbano en la ciudad de Buenos Aires y alrededores. Para las empresas del rubro, hoy el ingreso por la venta de boletos representa menos de un tercio de su facturación y ese porcentaje se encuentra en baja, en la medida en que aumentan los subsidios oficiales para hacer frente a los constantes aumentos en el precio del gasoil y los habitantes porteños siguen beneficiándose de pagar el boleto de colectivo más barato a nivel nacional.


Para empezar a encontrar una solución a este problema, en el Gobierno ya anunciaron su intención de implementar algún mecanismo que permita que los que se beneficien de los subsidios oficiales dejen de ser las empresas de transporte y pasen a ser los pasajeros los que reciban el beneficio.



En una entrevista difundida el último fin de semana, el viceministro de Economía, Roberto Feletti, hizo pública su intención de avanzar en una solución de este tipo, pero reconoció que no será una tarea rápida. "Tengo entendido que la idea es que sea un subsidio a la demanda, no a las empresas, a través del SUBE. En Barcelona llevó diez años, nos podemos tomar un tiempo", señaló en un reportaje con el diario Tiempo Argentino.


Frente a un par de interlocutores, Juan Pablo Schiavi, actual secretario de Transporte, también se ilusionó públicamente con cambiar el actual esquema de subsidios. "Cuando le ponga unos mangos en el bolsillo a los porteños, cambia todo. La percepción sobre los subsidios cambia inmediatamente", decía, hace ya unos cuantos meses.


La intención del Gobierno es lograr que cada usuario tenga su tarjeta -hoy los porteños que tienen el plástico suman 1,5 millones- y, con las bases de datos que tienen los organismos públicos como la Anses o el Ministerio de Trabajo, depositarle un importe a cada uno para que sea aplicado al transporte.


De esta manera, el beneficiado arrancaría el mes con un importe acreditado en su tarjeta para poder hacer frente al gasto mensual en transporte. Esta fue, justamente, la finalidad de nominar con nombre, apellido y dirección cada una de las tarjetas que expiden.


Demorado
Schiavi se ilusionaba con llegar antes de las elecciones porteñas con este sistema, y de paso, intentar llegar a candidatearse como jefe de gobierno.


Nada de esto sucedió. Actualmente, los colectivos necesitan alrededor de 2,50 pesos más por cada uno de los boletos que venden, o mejor dicho, que dicen que venden mediante las declaraciones juradas que presentan.


El monto del subsidio se ha hecho tan grande y relevante que, según dijo ayer un transportista, "si no hay cheque oficial a fin de mes, no hay un solo colectivo en la calle". El esquema no sólo contempla la entrega de dinero contante y sonante, sino que también incluye el gasoil. A diferencia de cualquier usuario de diésel, que paga alrededor de 3,5 pesos por cada litro, los colectiveros abonan un poco menos de un peso: 0,90 centavos.


1,5 
Millones
Son los habitantes de la Capital Federal y el Gran Buenos Aires que ya retiraron su tarjeta SUBE.


134 
líneas
Son las empresas de transporte urbano que ya tienen en operaciones las máquinas para operar con el sistema SUBE.


FUENTE: La Nación

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