Con mayor o menor frecuencia, a casi todos nos ha ocurrido que varias semanas después de haber acudido a una entrevista de trabajo seguimos sin saber nada acerca de los resultados. En estos casos, no es fácil saber cómo debemos reaccionar ni cuánto tiempo es prudente esperar antes de insistir. Lo mejor es confiar en nuestro sentido común y, sobre todo, no abandonar el proceso al primer contratiempo llevados por un pesimismo infundado. En principio, ¡nadie está descartado hasta que se le comunique lo contrario!
En primer lugar, hay que tener muy en cuenta que, por muchas entrevistas de trabajo a las que hayamos asistido, ninguna es igual a otra porque cada proceso de selección es distinto, dependiendo de la combinación de un cúmulo de factores y variables: el sector de actividad de la empresa que lanza la oferta, el tipo de puesto ofertado, la estrategia que aplica la agencia de selección de personal o bien la misma empresa, etc. Ante tanta incertidumbre, lo mejor que podemos hacer es poner de nuestra parte una fuerte dosis de autoestima y sentido común, no darnos nunca por vencidos y tener muy presente que el hecho de no superar una entrevista no significa necesariamente que no estemos capacitados para desempeñar ese puesto de trabajo.
Una vez realizado este primer ejercicio de relativización, del todo sano y necesario, podemos preguntarnos por las posibles causas del mutismo o retraso en conocer los resultados de la entrevista, que pueden ser muchas y de muy distinta índole: desde repentinos cambios internos en la empresa ofertante que pueden conllevar la paralización de todos los procesos en marcha, hasta la circunstancia, bastante habitual, de que la selección de candidatos se alargue más de lo previsto inicialmente, por poner sólo algunos ejemplos.
Haz un seguimiento para salir de dudas
Por otra parte, a veces el mismo proceso de selección puede incluir el hecho de que el candidato decida hacer el seguimiento de su entrevista o bien abandonar si no obtiene respuesta inmediata, de manera que la insistencia puede significar para la empresa ofertante un claro signo de interés por parte de los aspirantes y, por lo tanto, un factor más a favor de su contratación.
En cualquier caso, está claro que debemos optar por hacer el seguimiento de nuestra entrevista, tratando de dialogar con el interlocutor adecuado para conseguir la información que necesitamos. Así, pasado un tiempo prudencial de dos o tres semanas a partir de la fecha de la entrevista, podemos empezar estableciendo un primer contacto por correo electrónico, porque el formato escrito nos permite pensar, ordenar y exponer mejor nuestro discurso. Si al cabo de una semana no hemos recibido respuesta, es recomendable pasar al siguiente nivel e intentar la comunicación por teléfono.
Como ya hemos dicho, las respuestas que podemos obtener pueden ser muy variadas y dependen de las circunstancias específicas de cada oferta. Generalmente, se nos dará rápidamente una explicación al interesarnos por el estado del proceso. Lo más importante es que sepamos utilizar en nuestro beneficio la información que recibamos, especialmente si nos dicen que no hemos superado la entrevista. En este caso, debemos intentar conocer los motivos del descarte para poder detectar nuestros puntos débiles, ser capaces de mejorarlos en entrevistas futuras y, sobre todo, seguir adelante con pensamiento positivo. ¡Siempre!
FUENTE: RH Basels
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