Cuáles son las razones por las que usted ve a su jefe como si fuera su padre.

Los empleados con problemas familiares terminan trasladándolos al ámbito laboral. De forma inconsciente, borran la línea divisoria entre el hogar y la oficina. Cómo evitar que su carrera profesional se vea afectada por cuestiones personales.

Cuando por la mañana sale de su casa y piensa que en la oficina está cambiando a su familia por una vida más sencilla en el trabajo, a menudo se equivoca.

Su familia forma parte de usted e influye en todas las relaciones que tiene, incluidas las laborales. Es en sus primeras relaciones donde aprende a establecer alianzas, a superar los conflictos, a resolver problemas, a formar parte de un grupo y a evitar la exclusión (todas las habilidades interpersonales fundamentales para gestionar el día a día en una oficina). Cuando en su familia no se transmiten estas características, las relaciones laborales, e incluso su carrera profesional, pueden verse afectadas.
De hecho, es inevitable reconocer que con el paso del tiempo usted se va pareciendo a sus padres, pese a su esfuerzo por que no sea así. Pero lo que no es tan evidente es cómo, de forma inconsciente, reproduce sus conflictos familiares en la oficina.

Paradójicamente, las habilidades que aprende para superar los problemas familiares suelen convertirse en la clave de su éxito laboral.

Para muchas personas, los colegas de la oficina pueden provocar una serie de sentimientos desagradables como envidia, decepción, resentimiento o ira, o, en el lado opuesto, algo tan positivo como el cariño. Estas sensaciones pueden ser más fuertes si se avivan las emociones del pasado. Por tanto, cuando surgen disputas o sentimientos muy intensos, debería preguntarse si pertenecen al ámbito laboral (el presente) o al familiar (el pasado).

Un factor que complica las cosas es que, con independencia de cómo sean sus actuales parientes, usted tiene un concepto idealizado de la familia. Normalmente quiere que sus relaciones laborales sean como esa utópica visión de relación familiar, de ahí que se sienta tremendamente decepcionado cuando no es así.

Su jefe podría ser su figura de padre idealizado, por ejemplo, y sus compañeros podrían despertarle los mismos sentimientos de envidia que alguna vez tuvo con sus hermanos.

Así le ocurrió a un consultor de 54 años que se enfrentó a un conflicto interior por confundir emocionalmente a su padre con sus jefes. Su padre emigró de joven a Reino Unido, donde desarrolló una carrera profesional llena de éxitos; sometió a sus hijos a una enorme presión por las expectativas tan elevadas que decidió poner en sus vidas.

"Sufrí muchísimo por la falta de aprobación y, al no recibirla de mi padre, me dediqué a buscarla fuera. Luego me di cuenta de que, aunque la consiguiera, la rechazaba casi de forma inmediata porque no venía de la persona adecuada. Yo sólo quería la aprobación de mi padre y, de hecho, aunque ya ha fallecido, sigo buscándola", confiesa el consultor en declaraciones a Financial Times consignadas por el diario Expansión.

"Me di cuenta de que buscaba el consentimiento de mi jefe porque le había adjudicado el papel del padre; al final, me percaté de que había trasladado mis emociones personales al trabajo". Recuerda que, en lugar de tomar decisiones directamente, solía buscar la aprobación externa y que, si no se la daban, se sentía incómodo. "Es una batalla interna entre lo que sabemos que debe ser nuestra respuesta profesional y el comportamiento que tendríamos con nuestro padre", explica.

Por lo general, las personas actúan más en función de su realidad imaginaria que en función de la real, y esto es a menudo fuente de mucha confusión y roces en el trabajo. Un ejemplo de esto es un funcionario cuyo temor a la autoridad enloquecía tanto a él como a sus superiores. Además de ser hijo de madre soltera, esta depositó toda su atención en otra pareja. Esta situación lo llevó a sentirse desplazado, y totalmente solo. Debido al vacío que le dejó esta situación, con frecuencia malinterpretaba situaciones en el trabajo, llegando a pensar que sus jefes estaban contra él.

"Siempre me mostré receloso con mis superiores. Cuando me plantean algo con buena intención, siempre pienso que hay algo detrás. Y, cuando me entra miedo, reacciono enfadándome", asegura, según relata el artículo publicado por Financial Times y reproducido por Expansión.

En ocasiones los jefes pueden encontrarse con una serie de sentimientos muy fuertes que los empleados se llevan al trabajo. Manfred Kets de Vries, psicoanalista y profesor de cambios organizativos en la escuela de negocios Insead, escribió mucho sobre el tema. En su opinión, los empleados pueden responder a sus superiores como habrían hecho con sus padres cuando eran niños o adolescentes.

"Los jefes pueden convertirse en una especie de vertedero emocional de los empleados que tienen situaciones por resolver", asegura el consultor.

Ante la conducta irracional en su compañero, un buen remedio puede ser molestarse en averiguar cómo es en realidad su colega, en lugar de reaccionar ante la persona que imagina que es. Conviene evitar dejarse llevar por sus sentimientos, ya que, a menudo, puede estar equivocado. Lamentablemente, no puede desvincularse de sus problemas familiares, pero puede aprender a mantenerlos fuera de la oficina.

Fuente: Iprofesional.com