Luego de la destitución de la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, los gobiernos de América se dividieron entre el temor por la inestabilidad política que podría generar en todo el continente y la indignación por un proceso al que algunos consideran ilegítimo.
El portavoz del gobierno de Estados Unidos, Josh Earnest, indicó que Washington permanecerá "al lado" de Brasil pese a los tiempos "complejos".
En tanto el presidente venezolano Nicolás Maduro dijo que la suspensión de Rousseff era "un golpe de Estado" y una "señal grave y muy peligrosa para el futuro de la estabilidad de todo el continente". "Ahora vienen por Venezuela", agregó en relación a los que mueven "los hilos del poder desde el norte".
En una carta enviada a Rousseff, el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, se declaró "indignado" con el "impresentable y antidemocrático proceso", al que calificó de "mamarracho jurídico y político".
Asimismo, Cuba achacó la crisis a una "contraofensiva reaccionaria del imperialismo contra los gobiernos revolucionarios y progresistas de América Latina y el Caribe, que amenaza la paz y la estabilidad de las naciones".
El mandatario boliviano, Evo Morales, también condenó el "atentado contra la democracia y la estabilidad económica de Brasil y la región".
En cambio la Cancillería chilena se declaró con "incertidumbre" y reafirmó su "decidido" respaldo al Estado de derecho y a las "instituciones democráticas de Brasil".
A su turno, el canciller de Uruguay, Rodolfo Nin Novoa, manifestó que "la situación puede tener algún efecto de cambio" en la negociación que mantienen el Mercosur y la Unión Europea para un acuerdo de libre comercio, pero precisó que "la estructura de la oferta no cambia".
También, el Gobierno colombiano aseguró que "ha seguido de cerca" los acontecimientos debido a "la relevancia política y económica de Brasil", por lo que espera que se preserve "la estabilidad" por su "influencia y liderazgo".
El canciller paraguayo, Eladio Loizaga, dijo que su gobierno respeta "las decisiones institucionales" de Brasil y prefiere "no intervenir en cuestiones internas de otros estados como no quisimos que se metieran acá", en referencia al proceso de juicio político que destituyó al presidente Fernando Lugo en 2012.
El mandatario boliviano, Evo Morales, también condenó el "atentado contra la democracia y la estabilidad económica de Brasil y la región".
En cambio la Cancillería chilena se declaró con "incertidumbre" y reafirmó su "decidido" respaldo al Estado de derecho y a las "instituciones democráticas de Brasil".
A su turno, el canciller de Uruguay, Rodolfo Nin Novoa, manifestó que "la situación puede tener algún efecto de cambio" en la negociación que mantienen el Mercosur y la Unión Europea para un acuerdo de libre comercio, pero precisó que "la estructura de la oferta no cambia".
También, el Gobierno colombiano aseguró que "ha seguido de cerca" los acontecimientos debido a "la relevancia política y económica de Brasil", por lo que espera que se preserve "la estabilidad" por su "influencia y liderazgo".
El canciller paraguayo, Eladio Loizaga, dijo que su gobierno respeta "las decisiones institucionales" de Brasil y prefiere "no intervenir en cuestiones internas de otros estados como no quisimos que se metieran acá", en referencia al proceso de juicio político que destituyó al presidente Fernando Lugo en 2012.
Mientras que el Ministerio de Relaciones Exteriores de Argentina aseveró que "continuará dialogando con las autoridades constituidas a fin de seguir avanzando con el proceso de integración bilateral y regional".
Fuente: Infobae