Con frecuencia escuchamos a personas de todas las edades que viven quejándose de su trabajo, de su jefe o de la empresa. Muchas de las razones que sustentan esas quejas son muy válidas y nos hacen acordar que no todas las organizaciones o jefes son maduros o ejemplares.
Pero, también hay quienes no manejan expectativas realistas o actualizadas sobre qué esperar del mundo profesional, que no tienen claro qué dar de sí mismos como proveedores de servicios o que en el trabajo no actúan del todo como adultos.
Por eso, cuando los escucho quejarse, les hago algunas de las preguntas que siguen:
¿Te gusta tu trabajo?
¿Te sientes retado o estimulado por lo que haces?
¿Te gusta la empresa, la cultura o los valores que tiene?
¿Conoces bien su visión o misión?
¿Estas te motivan y comprometen personalmente?
¿Conoces los indicadores de éxito de tu posición?
Es decir,
¿sabes lo que realmente se espera que hagas o que cumplas?
¿Lo has preguntado, alineado o coordinado con tu jefe o jefes?
¿Entiendes bien las expectativas que se tienen de tu performance o de los resultados que debes generar?
¿Los cumples?
¿Trabajas con ganas, fuerza y energía o sientes que tu trabajo es tu derecho?
¿Pones el hombro?
¿Das lo mejor de ti cada día de la semana para hacer mejor, más rápido o de manera más eficiente las cosas?
¿Te involucras a fondo para lograr los resultados esperados?
¿Te gusta la gente con la que trabajas?
¿Los valoras, respetas o tratas con cariño?
¿Los reconoces con la misma generosidad que esperas para ti?
¿Sientes que aprendes de ellos?
¿Qué valor les aportas tú?
Y a los clientes,
¿los cuidas como a tesoros?
¿Te capacitas o entrenas?
¿Estás consciente de tus necesidades de desarrollo, de aprendizaje, de capacitación?
¿Tomas cursos por tu cuenta para desarrollar tu perfil?
¿Asistes o le pones interés a las capacitaciones que te ofrecen?
¿Desarrollas asertivamente tu perfil?
¿Has mapeado tus fortalezas o debilidades?
¿Has escuchado con atención cuando te han dado retroalimentación sobre tus áreas de oportunidad?
¿Qué haces al respecto?
¿Eres leal a la organización o a tu jefe?
¿Cuidas la marca, la reputación y los recursos de la empresa tanto como los tuyos propios?
Si sabes de algún colaborador que no está siendo correcto,
¿por quién tomas partido, por tu colega o por la empresa?
¿Tienes buena actitud en general en el trabajo?
¿Controlas bien tus caras y tus humores o de vez en cuando le das rienda suelta a tus emociones?
Si algo te incomoda,
¿lo expresas sin guardar resentimientos?
Y para terminar siempre les pregunto:
¿Qué esperas de tu carrera y de tu vida profesional?
¿Qué quisieras lograr en el mediano plazo, en 5 años por ejemplo?
Cómo persona exitosa,
¿dónde te ves en 10 años?
¿En 20?
¿Esa visión de ti mismo te entusiasma y apasiona?
¿Qué piensas hacer para cumplirla?
Con el tiempo he aprendido que quienes responden estas preguntas con madurez y seriedad tienen muchas más posibilidades de tener éxito y satisfacción profesional que aquellos que las evaden.
Y a ti, ¿cómo te fue con ellas?
Fuente: Inés Temple por el Comercio
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