“Al menos, tengo trabajo”, puede ser un consuelo muy común a la hora de volver al trabajo. Si bien, en principio, y dada la situación económica actual, esta afirmación no encierra más que verdad, en ocasiones, tal y como se asegura desde la consultora de transición profesional, liderazgo, coaching y diagnóstico Aflora, tal frase puede esconder una falta de realización profesional y una búsqueda interna de algo que nos satisfaga más laboralmente.
“La vuelta al trabajo no tiene por qué traer consigo un sentimiento de depresión si estamos contentos con lo que hacemos y nos sentimos plenos, profesionalmente hablando”, señala Ángeles de la Flor, socia directora de Aflora.
Sin embargo, “si al volver al trabajo, fuera de lo que sería la sensación normal de vuelta a la rutina y el esfuerzo que esto conlleva, sentimos que el mundo se nos cae encima y la apatía nos inunda, es que algo falla, y quizá es el momento de replantearnos un nuevo rumbo profesional”.
En este caso, es lógico que en lo primero que se piense es en el vértigo que supone comenzar en un nuevo puesto y en lo complicado que está el actual mercado laboral. Pero, según de la Flor, “si lo dejamos, a medio y largo plazo será peor, pues caeremos en una rueda incesante de apatía, falta de motivación, y, en definitiva, a que nuestra producción baje, con los consabidos riesgos que esto conlleva. En definitiva, nos convertiremos en lo que se ha venido a llamar ‘el empleado zombi’, aquel que está físicamente en su puesto de trabajo, pero con sus miras profesionales y su talento en otro sitio”.
Coaching para fomentar el desarrollo profesional
Para estos casos “es muy conveniente contar con programas especializados que impulsen nuestro desarrollo laboral, que nos quiten los miedos del cambio y que nos dibujen las líneas a seguir, como es el caso de los programas de Coaching para el desarrollo profesional”, apunta de la Flor.
Este servicio, ofrecido fundamentalmente en desvinculaciones, busca desarrollar el potencial en las capacidades y habilidades que pueden no haberse descubierto. Con la persona que “se coachea” se trabaja en la delimitación de su objetivo laboral, pasando por el conocimiento de sus motivaciones y aptitudes, tomando consciencia de la variabilidad presente en el mercado. Se trata de convertir al candidato en un verdadero experto a la hora de diseñar su futuro profesional. “Algo a lo que tenemos que acostumbrarnos hoy en día es que el cambio es lo único estable, y que nosotros mismos, somos los diseñadores de nuestro proyecto profesional”, afirma de la Flor.
En este sentido, “el 100% de los candidatos que llevan a cabo un programa de Coaching para fomentar su desarrollo profesional se encuentra muy satisfecho, ya que les permite crecer al encontrar aquello que buscaban. Los programas muestran cómo interiorizar su ‘marca personal’ para facilitar su venta ante los empleadores”, asegura de la Flor.
FUENTE: RRHHpress
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