Excelencia en el trabajo.


“Cuando me llegue la inspiración, que me encuentre trabajando." - Pablo Picasso.

Es común hoy en día conocer personas a las que les es ajena la calidad del trabajo que están realizado, como así también no suelen preocuparse por el grado de satisfacción de los clientes (tanto internos como externos) al brindarles un servicio. Por otra parte, también existen personas obsesionadas con llegar a ser la mejor versión de sí mismos como trabajadores, que se sienten responsables del bienestar de los demás. La diferencia principal entre estos dos tipos de personas es que los primeros no conocen el significado de la palabra excelencia, mientras que los segundos tratan de alcanzarla en todo momento.

¿Qué es la excelencia?

La excelencia se encuentra estrechamente relacionada con la perfección, los bienes que un trabajador produce o las características con la que se lo describe. En sí, la excelencia es un camino de búsqueda, experimentación, estudio y conocimiento del trabajo e innovación, actualmente llamada I+D (Investigación y Desarrollo, término que ya no sólo aplica a las distintas actividades informáticas). Lo más importante no es la meta, sino las mejoras que se producen en el camino.

¿Se puede disfrutar del trabajo? No sólo se puede, sino que se debe disfrutar del trabajo. Según los economistas, los trabajadores relacionamos la satisfacción laboral casi exclusivamente con el salario. Esta visión (reduccionista) es ampliada por los psicólogos ya que, según estos últimos, también relacionamos la satisfacción laboral con la formación recibida en el puesto de trabajo, con la posibilidad de poder tener tanto una vida laboral como una vida personal, con tener un buen clima laboral, con tener una “maestro” que saca lo mejor de nosotros mismos, en vez de un jefe tradicional que sólo sabe ordenar. Por lo tanto la excelencia también es aprender a ser felices en nuestro trabajo y aprender a hacer felices a los nos rodean en dicho ámbito.

Lógicamente, es importante que lo que hacemos para vivir nos guste, que se tenga cierto grado de recreación en nuestra tarea diaria (por ejemplo un guía turístico que disfruta de los paisajes a medida que va contando su historia). En definitiva, tenemos que encontrar nuestro “elemento”. Tal como lo dice Ken Robinson en su libro El Elemento, “Estamos en nuestro elemento cuando nos apasiona lo que hacemos y además nos hemos preparado lo necesario para hacerlo bien”. Cuando descubrimos este estado se produce un antes y un después, tanto en la vida laboral como en la personal. En dicho estado el cansancio y el estrés son sustituidos por la creatividad y excelencia en el trabajo.

Existe otra pregunta que se nos viene a la cabeza, igual de importante que las dos anteriores: ¿Qué ocurre si trabajamos en un ambiente laboral hostil? Es frecuente no poder elegir las circunstancias laborales, pero sí nuestra actitud hacia las mismas. Otra virtud de la excelencia en el trabajo es tratar de mejorar el entorno en el que uno trabaja. Si todos trataran de mejorar el entorno laboral, haciéndolo mas productivo, eficiente y amable (entre otras características) cada uno aportaría un gran porcentaje a la resolución de todos los problemas que se puedan llegar a presentar. Hay que dar importancia al liderazgo tranquilo, quizás desde la minoría y no olvidar nunca que el cambio empieza por uno mismo, incluso en circunstancias adversas.