Cuando el estrés nos desdobla.

Últimamente he recibido, de líderes de importantes organizaciones, multiplicidad de preguntas sobre el estrés laboral y cómo resolver este “tema” dentro de sus espacios de trabajo.

Desde consultas que van sobre qué lo origina, pasando en hallar la explicación al bloqueo creativo de su gente, o de las fracturas dentro de los equipos, hasta llegar a preguntas muy difíciles de responder: pero si el talento que busco debe ser capaz de manejarse en entornos de alta presión ¿dónde y cómo los encuentro?



Ya desde hace más de medio siglo, iniciando con las investigaciones del austrohúngaro Hans Seyle a finales de los 20´s, la preocupación por entender la respuesta humana al desgaste, al igual que ocurre con los materiales, se ha consolidado como un “tema” dentro de las organizaciones, las cuales, según el modelo de liderazgo que esté al mando, ha venido cotejando su impacto desde diversas aristas: cultura, eficiencia, productividad, rentabilidad, y más.

Y a más de 80 años de las primeras reflexiones sobre este tema, sus consecuencias e impactos de cara a las nuevas generaciones, comienzan a dibujar una reingeniería no sólo del área de recursos humanos, sino de todo el liderazgo de las organizaciones que apuestan al largo plazo en sus operaciones y en su gente.

De verdad, ¿qué es el estrés?

Es una respuesta fisiológica del organismo frente a situaciones que se consideran amenazantes para facilitar la acción de enfrentamiento o huida.

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Si entendemos la amplitud de la sencilla definición que nos ofrece a un click Wikipedia, no podemos concluir si es bueno o malo el responder fisiológicamente a una amenaza, pues desde el lugar del puente en que estemos, la interpretación puede ser antagónica.

Y citando a Mario Moreno, ahí está la cosa, surgen dos conceptos en los que, en efecto, puede mirarse la situación. El distrés y el eutrés; valga que ya era complicado el tema del estrés y ahora hasta prefijos le encontramos.

Pues en efecto, situaciones amenazantes que promueven una respuesta irracional hacia la misma, forzando al organismo a enfrentar el juego casi maquiavélico de lucha-huida-lucha-huida-huida-huida-lucha-lucha, no sólo genera un desgaste físico sino emocional. Este escenario de continuas presiones, lecturas de riesgos, gestión de responsabilidades y más, lleva al individuo a un cuadro de estrés crónico que, citando la lectura de Tim Ferriss, trae consecuencias devastadoras para quien no logra romper el círculo vicioso de su cuadro.

¿Las consecuencias?
Son múltiples tanto las consecuencias como el impacto organizacional. Y al estimado lector, estoy segura de que en algún momento de su vida ha caído en el juego maquiavélico mencionado anteriormente, pero ¿has pensado el impacto que tiene en tus resultados de negocio?

Sabías qué:
¿Una persona con estrés casi o crónico suele estar más a la defensiva? Esto impacta directamente en el funcionamiento del equipo, pues a la mínima situación que considere de provocación, hará estallar una bomba de emociones a su alrededor.

¿La apertura a la creatividad e innovación disminuyen al no contar con oxigenación adecuada del cerebro? Pues sí, el estrés, en su versión más negativa, puede impactar el sistema cardiovascular, incrementando las palpitaciones, disminuyendo la gestión del oxígeno e impactando directamente a los procesos cognoscitivos del individuo.

¿Un círculo vicioso de distrés puede incrementar hasta en 4 veces el riesgo a una discapacidad física? Pues según estudios de la facultad de medicina de una universidad australiana y publicado por la Journal of the American Geriatrics Society, presentó hallazgos que apuntan a esta consecuencia social para los países en los que sus ciudadanos viven del y por el estrés.

¿Qué muchos de los colaboradores que entran en este esquema de distrés son más propensos a generar adicciones? Y esto además de afectar seriamente su vida y la de sus seres queridos, puede costar a la organización una importante cifra por ausentismo o rotación.

Hay demasiados sabías qué en torno al estrés, y hay múltiples consecuencias que siendo preventivos desde cada una de las organizaciones, podemos aportar para fracturar el círculo, y no sólo con un impacto positivo para el negocio, sino en aras de realmente estar comprometidos con hacer de México un mejor país, con mejoras significativas para el colaborador, su familia y la sociedad.

Espero poder compartir algunas soluciones a este polémico tema y, por qué no, a incluir muchas prácticas que los lectores se animen a hacernos llegar. Y no crean que me olvido de abordar, en otra entrega, cómo es eso del estrés positivo.

Fuente: Entrepreneur.com

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