Bolsillos rezagados: la brecha entre salarios tocó su límite y se reacomoda el "piso" de ingresos.

Es probable que, después de todo, las paritarias de 2011 no sean iguales a todas las anteriores y que se transformen en un punto de inflexión. Porque, con la mayoría de las negociaciones ya cerradas, o en las que se está cerca de un llegar a un acuerdo, empiezan a quedar en evidencia algunos cambios de fondo.

Por ejemplo, que está surgiendo un límite a la "dispersión salarial", uno de los fenómenos que ha caracterizado a la economía del modelo K en su etapa inflacionaria.

Fustigada por igual por políticos, analistas, empresarios y sindicalistas, esta dispersión consistió en los bruscos cambios en los niveles de ingresos, que no están basados en las productividades de cada trabajador sino, principalmente, en su pertenencia a un sindicato con capacidad de presión.

Esta dispersión generó grandes diferencias, tanto entre las distintas ramas de actividad como entre trabajadores sindicalizados y los fuera de convenio, dentro de un mismo rubro.

Y, como consecuencia de ello, se fueron agudizando las tensiones, tanto dentro de las empresas como en la relación entre sindicatos.

El símbolo por excelencia de este fenómeno fue el gremio camionero que, en los últimos años, mejoró sus ingresos de una manera tan desproporcionada en relación al resto que el nivel salarial promedio hoy alcanza casi los $9.000, con casos que llegan hasta los 14.000 pesos.

Y esta actividad lideró el fenómeno que los economistas dieron en llamar el surgimiento de "la nueva clase media trabajadora", del que ya diera cuenta iProfesional.com.

Esto es, el ascenso de una gran cantidad de personas, que hasta hace unos años pertenecían al segmento conocido como clase media baja (transportistas, portuarios, mecánicos, metalúrgicos, aceiteros, petroleros, entre otros) cuyos ingresos escalaron en la pirámide socioeconómica por encima de los de la llamada "clase media típica", conformada por empleados administrativos, bancarios y de compañías de servicios (ver nota: "Irrumpe en el país un nuevo fenómeno social: la "clase media trabajadora").

Sin embargo, ese súbito liderazgo parece haber encontrado un límite "natural".

Por ejemplo, este año los camioneros tendrán incrementos entre 5 y 10 puntos por debajo del de otros gremios que, según una proyección de la consultora Towers Watson, se ubicarán en el 32 por ciento.

Ante semejante diferencia de porcentajes observados en las paritarias 2011, consultoras como Abeceb decidieron ofrecer el servicio de un monitoreo sectorial, para saber en qué lugar de la tabla de posiciones quedó ubicado cada gremio.

"Notamos este año una reversión de lo que venía ocurriendo hasta ahora, en el que algunos sindicatos con fuerte poder de negociación se habían alejado mucho. No es que la brecha se haya cerrado, pero sí se observa un punto de inflexión, es decir, una tendencia a que esa distancia salarial empiece a achicarse", afirma Belén Olaiz, analista de Abeceb.

Primeras señales
Las primeras señales sobre el cierre de la brecha salarial ya habían surgido cuando, dos meses atrás, el líder camionero y jefe de la CGT, Hugo Moyano anunció una mejora de "apenas" un 24 por ciento para su sector.

El mensaje político era claro: marcar la cancha para el resto de las negociaciones, después de varias situaciones de tensión con el Gobierno, y ante un pedido explícito de Cristina Kirchner sobre "moderación y racionalidad".

Sin embargo, con el pasar del tiempo quedó claro que ese "techo Moyano" ya no generaba en el resto de los líderes sindicales el mismo temor reverencial que el de otros tiempos.

¿Por qué?

    En primer lugar, porque los "gordos" de la CGT ya no le guardan el mismo respeto. Es más, muchos de ellos ya están preparando el terreno para que sea otra la persona que conduzca la central obrera, algo que ahora el Ejecutivo no ve con malos ojos (ver nota: "La 'guerra fría' Cristina vs. Moyano: el principio del fin prende la mecha de una batalla con final incierto").
    Pero hay otra cuestión, que va más allá de esta previsible puja gremial. Y es la alta dispersión entre los salarios de las distintas actividades. Este fenómeno escaló y llegó a tal punto que otros sectores -con básicos de convenio mucho más bajos  necesitan de, al menos, entre un 30% y un 40% de incremento para atenuar la brecha con los transportistas o petroleros.

"El promedio salarial de muchos gremios está en $2.300, así que con el 24% de suba no llega ni a los $3.000. Para camioneros ese porcentual estará bien, porque implica un aumento de $2.500, pero para otros es irrisorio", afirmaba Rodolfo Daer, dirigente del sindicato de la alimentación, adelantando con toda claridad que el acuerdo Moyano estaba muy lejos de ser una referencia para el resto.

En efecto, este gremio finalmente cerró por un 33,5 por ciento.

También Oscar Lescano, dirigente sindical de Luz y Fuerza, había avisado que el acuerdo de camioneros no podía ser tomado como modelo por su gremio: "Nosotros nunca vamos a negociar por un 24".

Así las cosas, busca que el básico de convenio del rubro se acerque a los $5.000. Además, para el resto de las escalas apunta a lograr un 28%, en dos tandas.

Y esta tónica se repite en el resto de las negociaciones 2011: para los bancarios la mejora llegará al 29%; para los metalúrgicos, al 32%; para trabajadores de frigoríficos, al 30%. Y la lista sigue.

Uno de los mayores aumentos fue para los encargados de edificios, que llegará al 37% (si se considera los $300 acordados en 2010, que pasaron a ser remunerativos este año).

Y los empleados de comercio que, con más de un millón de representados en su haber, está negociando una cifra que se ubicará entre el 30 y 35 por ciento.

Esta actividad tiene un básico de $2.850. De modo tal que requiere de una mejora del 40% para poder elevar el sueldo mínimo a unos 4.000 pesos.

En cambio, los petroleros, que junto con los camioneros lideraban la escala salarial, obtuvieron un incremento más moderado: un 23%, que puede extenderse a 27%, si se computa una suma no remunerativa prevista.



Esta situación no sorprende a los analistas, que veían la dispersión salarial como algo insostenible en el tiempo.

"En momentos como el actual las subas nominales son muy fuertes. Entonces si un año un sector ajusta al 40% y otro al 25%, alcanza para que se produzca un cambio sustantivo", sostiene el economista y experto en la materia Víctor Beker.

Uno de quienes pronosticó el cambio de escenario fue Ernesto Kritz, director de la consultora SEL: "Me atrevo a pensar que los camioneros no van a liderar por siempre las demandas salariales".

"Por ejemplo, algunos años atrás eran los metalúrgicos. Son cosas que van cambiando con el tiempo. Seguramente, en el futuro los que estén más favorecidos serán otros sectores vinculados a los servicios", destaca Kritz.

La gran pregunta es si la tendencia que empezó a insinuarse en las paritarias de este año se profundizará a futuro o si se habrá tratado de una excepción.

Olaiz, de Abeceb, observa que "aunque la diferencia porcentual a favor de los gremios más rezagados es grande, todavía no alcanza para compensar la dispersión que se observó en los últimos años. La tendencia natural sería que esta reversión continuara, pero el contexto político actual hace que sea muy poco predecible saber cómo se encarará la política salarial el año próximo".

El solapamiento goza de buena salud
Un tema que los expertos en cuestiones laborales no pasan por alto tiene que ver con la forma en cómo se está dando este límite a la dispersión salarial.

En efecto:

    Tiende a reducirse entre las distintas ramas de actividad, habida cuenta de que los que venían "mejor parados" negocian subas cercanas al 24 o 25%, en tanto que los "rezagados" apuntan a entre un 30% y 35% y a llevar el básico a unos $4.000, que representa un alza del 40%.
    Tiende a incrementarse dentro de las propias compañías, ya que el problema de solapamiento, lejos de moderarse, sigue acentuándose.

Sobre este último punto, el hecho de que muchos subordinados -por pertenecer a un gremio- hayan venido recibiendo sistemáticamente aumentos hasta 10 puntos mayores que los obtenidos por sus superiores, ha sido una de las principales preocupaciones de las empresas.

Sin embargo, la caída en la rentabilidad no les permite a las compañías ponerle freno a esta brecha, otorgando el mismo incremento a los no convencionados que a los que sí lo están.

Al respecto, las consultoras de primer nivel señalan que en 2011 aquellos que no pertenecen a ningún sindicato obtendrán un incremento promedio del 25%, es decir, entre unos 5 y 7 puntos menos que los que están en convenio.

¿A cuántas compañías afecta el solapamiento? Según la estimación de Zoltan Rosenfeld, director de la consultora Mercer, al 85% de las firmas.

Debate abierto
Los cambios mencionados marcan la tónica de las negociaciones salariales.

La estimación de Kritz es que entre los sectores mejor pagos y los de remuneración más baja hay una diferencia de 6 veces.

El debate sobre si es justo o no que haya grandes disparidades no está cerrado. Y toca las fibras más sensibles.

Así, mientras que algunos analistas señalan que no está mal que haya diferencias que reflejen los distintos niveles de productividad entre las diferentes ramas, muchos otros advierten sobre la tensión social que puede acarrear este problema.

Lo cierto es que la dispersión salarial ha venido desafiando ideas arraigadas fuertemente en el imaginario social.

Por ejemplo, si tradicionalmente un empleado bancario ganó más que un trabajador del sector del transporte, pero ahora su remuneración resulta inferior, eso implica toda una revisión de las antiguas creencias sobre cuáles son las formas de lograr el ascenso social.

Al respecto, un informe de la consultora inmobiliaria LJ Ramos identifica esta dispersión salarial como un "descenso de amplios sectores de la clase media tradicional, entre los que se encuentran profesionales independientes con título universitario, pequeños empresarios, cuentapropistas y trabajadores autónomos".

Y contrapone esta situación con la de aquellos que, a fuerza de presión sindical lograron -a lo largo de todos estos años- los mayores incrementos.

"Un médico especialista con 12 años de antigüedad gana por mes $7.000 brutos. Un arquitecto de obra llega a poco más de $5.000", indica el informe.

De todas formas, estas diferencias no son las que revisten mayor gravedad.

Las que sí agudizan los temores a una tensión difícil de contener es el gap que se ha venido gestando entre quienes trabajan en la economía formal (y pueden indexar sus salarios por paritarias) y aquellos que están fuera del sistema.

Son los ganadores y perdedores del mismo modelo, protagonistas de un ambiguo escenario, en el que conviven quienes disfrutan del boom de consumo con aquellos que salen a manifestarse, o a tomar predios, por vivir en barrios marginados, villas de emergencias y se autoproclaman excluidos.

FUENTE: IProfesional

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