Vertiginosa disparada del dólar, un desordenado camino al nuevo equilibrio.

Tras la desaparición de la "muralla" del dólar mayorista en $ 25 del BCRA ante el anuncio del acuerdo del "stand-by" con el FMI, las últimas ruedas han mostrado una pronunciada y caótica aceleración de la depreciación del peso que acentúa las preocupaciones de los inversores.

Ello se debe a que la asistencia financiera del organismo internacional estuvo muy lejos de despertar entusiasmo y confianza entre los operadores, sino que por el contrario se acentúo el deterioro en las cotizaciones de acciones y bonos, así como también se espiralizó la escalada del dólar, aún tras diversos intentos oficiales de amortiguar la dinámica en algunas ruedas.


Ocurre que los inversores ya se encuentran mareados y muy confundidos por el cambiante accionar del BCRA, que repentinamente y arbitrariamente estaría continuamente modificando su estrategia y los objetivos asociados, dejando una sensación de profunda incertidumbre.

Así es que la oferta privada de divisas continúa brillando por su ausencia, y sólo discrecionales intervenciones oficiales logran sostener efímeramente a una demanda que sigue extremadamente firme desde hace tiempo, y como contrapartida ya ha guardado en el cajón de los recuerdos a las tácticas de ¨carry-trade¨ que despertaban interés en los pesos.

Este escenario requiere de inmediatas decisiones políticas que permitan restablecer la confianza de los inversores que ya no sólo se venía deteriorando desde hace tiempo, sino que directamente se ha perdido y así son los perjuicios sobre la demanda de dinero.

Ello resulta urgente dado que la crisis cambiaria podría ya no sólo tener contagio sobre los activos financieros, que se encuentran golpeados y han cerrado el acceso a nuevos financiamientos del exterior, sino también sobre la montaña de Lebacs y el sistema financiero.

Aún cuando el ¨mega-paquete¨ del FMI se descontaba que requeriría de un mayor tipo de cambio, a fin de hacer converger el elevado déficit de cuenta corriente, la velocidad de la depreciación está generando serios efectos en la credibilidad y sustentabilidad del plan económico, y es por ello que terminó de minar el acceso al financiamiento voluntario.

Más cuando la asistencia financiera tendrá como contrapartida además fuertes sacrificios fiscales, en busca de reducir otro de los abultados desequilibrios, lo cual está anticipando una economía estancada en su actividad y de una mayor inflación para el segundo semestre.

El escenario financiero resulta complejo dado el nivel de deterioro en la confianza de los inversores que se ha alcanzando, por lo cual la etapa del gradualismo llegó a su fin y ya no queda otra alternativa que avanzar en audaces estrategias que pongan fin a la incertidumbre.

Aún a un tipo de cambio más elevado (más allá del riesgo incluso de un ¨overshooting¨ que luego lleve a que se aprecie la moneda local), en busca de equilibrar rápidamente el abultado exceso de pesos y los déficits, se deben terminar cuanto antes las continuas batallas cambiarias a nivel diario, dado que no hacen más que seguir evaporando la confianza al ritmo que se profundiza una fuerte licuación sobre los tenedores de pesos.

Ello resulta indispensable dado que detrás de esta crisis cambiaria aún están los serios desequilibrios que enfrenta la economía, los cuales conllevarán los mayores desafíos sociales y políticos a administrar que resultan restricciones de cualquier programa económico integral.

Fuente: Ámbito

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